A HOUSE IN THE END OF THE WORLD
Protagonistas: | ||
Colin Farrell | Bobby | |
Dallas Roberts | Jonathan | |
Claire | Robin Wright-Penn | |
Sissi Spaceck | ||
A house in the end of the world (USA, 2004) |
Director: | Productor: |
Michael Mayer | Tom Hulce |
Una casa en el fin del mundo
es la adaptación de una novela homónima escrita por Michael Cummings, el
autor de Las horas y
ganador del Premio Pulitzer en 1999.
Michael Cunningham publicó Una casa en
el fin del mundo –su primera novela– en 1990, un libro magnífico
y entrañable que trata sobre los nuevos vínculos, Nueva York a principios de
los ‘80, el Sida, la fragilidad de los lazos afectivos, el sueño de crear
familias no convencionales; todos temas cercanos para quienes se hacían adultos
a principios de la década pasada. Cunningham tuvo el talento y la empatía
suficientes para convertir esos temas cotidianos en temas universales. Sus
novelas siguientes, De carne y hueso y Las horas, exploraron
territorios similares y también fueron libros brillantes. Sin embargo,
Cunningham no tuvo suerte con la única adaptación al cine de su obra, Las
horas resultó--a decir de muchos-- una película pomposa, que confundía
solemnidad con profundidad.
Quizá por eso, cuando llegó el momento de
adaptar Una casa en el fin del mundo, el escritor se involucró
directamente con el proyecto: escribió el guión y fue consultado durante
la producción. La película fue dirigida por el debutante
Michael Mayer, con producción de Tom Hulce (el Mozart de Amadeus) .
Una casa en el fin del mundo, es la historia sencilla pero emocionalmente compleja de Bobby (Colin Farrell) y Jonathan (Dallas Roberts), dos amigos que se conocen en la adolescencia . Bobby queda huérfano y se convierte en parte de la familia de Jonathan. Surge entre ellos una fugaz relación homoerótica . Jonathan asume que es gay , se muda a Nueva York y deja a Bobby viviendo con sus padres .
Ya en la gran ciudad Jonathan comparte
casa con Clare (Robin Wright Penn) y ambos intentan formar una familia no
convencional. Unos años después, Bobby llega también a Nueva York y se
les une. La atracción entre ambos hombres resurge pero también Bobby
descubre el sexo con Clare y ella queda embarazada. Entonces los cuatro se
mudan a Woodstock y forman un grupo familiar en el que el cruce de relaciones de
amor y deseo es poco convencional y lleva hacia un desenlace a la vez dulce y
amargo.
La película no es una maravilla pero
,gracias a un clima nostálgico que captura la esencia del legado emotivo de los
‘60,y una banda sonora perfecta (Dusty Springfield, Leonard Cohen, Bob Dylan,
Patti Smith), logra mostrar la cotidianidad de la vida gay sin subrayados
innecesarios. A esto se suma una actuación perfecta de Colin Farrell, que
--a decir de los críticos--en esta película deja por fin de ser una
“promesa”.
En la versión cinematográfica, Eric –un
amante de Jonathan, enfermo de Sida– ha sido eliminado. Su ausencia, que en la
novela precipita el final, es significativa: sin él, los personajes son menos
mezquinos, más íntegros y no tan creíbles. Tal vez el clima hostil que se
respira en EE.UU. tenga como consecuencia un exceso de corrección política y
cierta exigencia de personajes gays “positivos”.
Para conocer más sobre Michael Cuningham
incluimos una entrevista que se le realizó hace algunos años, en la que habla
sobre su libro Las Horas, por el que se le otorgó el prestigioso
premio Pulitzar.
Entrevista
a Michael Cuningham:
Yo soy el primer hombre homosexual que ha ganado el Pulitzer, y Las horas, es el primer libro con caracteres homosexuales en ganarlo.
Entrevista de Daniela Francis el 28 de
Febrero de 2001
Nuestro encuentro es repentino, al verlo así, tan de repente, me sorprende ver
que el ganador del premio Pulitzer de 1999 sea un tipo de una sencillez de esas
que están llenas de humildad. A leguas se le ve, se le nota, esa atracción que
siente por todo lo inherente a los seres humanos, a los sentimientos, a las múltiples
formas de vida existentes en esta tierra tan cubierta de diversidades.
Lo “pillamos” en Madrid de paso, con una complicadísima agenda, llena de
citas para entrevistas y encuentros con múltiples diarios, de pronto casi sin
saber cómo estamos allí, frente a frente, Cunningham y yo, me esboza una cariñosa
sonrisa con el solo hecho de decirle que soy venezolana, ¡Venezuela claro!-
exclama- sí, me han dicho que es un lindo país, agrega, como queriendo
sentirse cómodo frente a una desconocida que está a punto de interrogarlo
sobre muchos aspectos de su obra, de su vida.Como los minutos empiezan a correr
nos vemos obligados a hablar de lo que nos ocupa, una entrevista a propósito de
su nueva novela titulada Las horas (Farrar,Straus and Giroux) y (Ediciones B),
con la cual se hizo merecedor de un galardón tan conocido y codiciado como el
Pulitzer, así que poco a poco y lentamente, nos vemos inmersos en su psiquis,
por la cual “paseamos” prestando atención hasta a los más escondidos
recovecos …
—En su nueva pieza Las
horas, observamos una gran influencia de la obra de Virginia Woolf. ¿Es ella su
escritora modelo, su artista favorita?:
Virginia Woolf es una gran escritora, mi
escritora favorita. Yo la leí por primera vez cuando tenía quince años,
estaba en el colegio, en California del Sur, no era un colegio bueno, ni era yo
un buen estudiante, y para aquel entonces quería ser cantante de rock and roll,
en realidad, no me importaban mucho los libros.
De pronto, en una ocasión, mientras me
fumaba un cigarro, me encontré al lado de la chica más bella de la escuela,
cada colegio tiene una chica así… Ella era una senior y tenía quizá unos
diecisiete años, era alta, con un pelo largo liso, todos los muchachos estábamos
enamorados de ella, y en ese momento me encontraba justo a su lado, así que
quería decir algo que la impresionara, y comencé a hablarle de la poética de
Bob Dylan, y ella me contestó : “Oh claro, Bob Dylan es interesante, pero ¿has
oído sobre T.S. Eliot o Virginia Woolf…?” .La chica resultó ser muy
inteligente, así que para impresionarla, fui a la biblioteca del colegio a
buscar algo sobre alguno de los dos autores, no tenían nada de T.S. Elliot, y
tenían solo un libro de Virginia Woolf, se trataba de Mrs. Dalloway, lo
compré y traté de leerlo, de alguna forma no le presté mayor atención, yo
tenía sólo quince años y era demasiado complicado para mí, pero por otro
lado, sentí algo muy especial por el lenguaje, por esa especie de música de
los sentidos, yo no sabía que la gente podía hacer eso con el lenguaje, que la
gente podía producir algo así, y cambió todo para mí, dentro de mi cabeza.
Mrs. Dalloway
fue mi primer gran libro, creo que la mayoría de la gente ha tenido un primer
gran libro que recuerda; así como se hace con el primer beso, pienso que todos
tenemos en la vida ese primer libro con el que “conectamos”, y el mío
definitivamente fue Mrs. Dalloway de Virginia Woolf. Mi libro Las
horas, es una especie de variación de la obra de Virginia Woolf, algo así
como lo que pasa en el jazz, es decir, a veces en este tipo de música, se toma
una gran pieza musical como base, y sobre esta se realiza, se crea una nueva
pieza. En Las horas, me baso en una gran obra para hacer otro tipo de
pieza, de arte.
—La hora la protagonizan
mujeres de psicologías claramente diferenciadas…
En la obra hay tres personajes principales,
todas son mujeres. Mrs. Dalloway, la obra de Virginia Woolf, trata sobre
un día en la vida de una mujer relativamente común, que vive durante los años
veinte en Londres, eso fue parte del genio de Woolf, una de sus grandes
innovaciones. Una gran novela puede tratar sobre guerras, disertaciones sobre
Dios, paz, etc., y también puede ser escrita en base a un día ordinario en la
vida de una persona, eso no suena muy revolucionario ahora, pero Virginia Woolf
lo hizo hace muchos años atrás [y para aquel entonces sí era bastante
revolucionario]. En Las horas, yo narro tres días diferentes en la vida
de tres mujeres que viven en lugares y tiempos diferentes y que tienen también
edades distintas.
—Ahondemos sobre el tema de
las mujeres y sus días...
Uno de los casos es un día en la vida de Mrs.
Dalloway, el personaje de Virginia Woolf, pero en Nueva York, en el
presente, y esta mujer en el libro es libre de hacer lo que quiere, así que es
libre para ser lesbiana y vivir con su amante, es libre para tener un trabajo,
para cuestionar el orden social y también lo es para tener un amor platónico
hacia un hombre. Es el personaje de Mrs Dalloway de Virginia Woolf, el
cual hace cosas que en “su época” no pudo hacer.La segunda mujer es una ama
de casa en Los Ángeles, está casada, tiene un hijo pequeño y otro “en
camino”, tiene 30 años, y es muy infeliz, muy inteligente e inquieta como
para ser solo ama de casa, ella trata de ser una buena madre y esposa, pero esa
no es la vida acorde a una personalidad como la de ella. Esta mujer es una gran
lectora, y un día comienza a leer Mrs. Dalloway, de Virginia Woolf, pero
se le dificulta mucho concentrarse en ésta, pues debe encargarse de su esposo,
de sus hijos, y es así como un buen día decide alquilar un cuarto de hotel por
un par de horas, para así estar sola y leer, algo así como si estuviera con
una especie de amante. En cuanto a la última mujer, “su día” transcurre en
1923, en Inglaterra, lugar en el que Virginia Woolf se imaginó por primera vez
el personaje de Mrs. Dalloway, es escritora. Entonces, esta escritora es
Virginia Woolf, que está escribiendo el libro, el primer personaje que cité,
es el personaje de Mrs. Dalloway pero transportado en el tiempo, y el ama
de casa es el lector del libro…
—¿Cómo recibe el
Pulitzer?
Yo soy el primer hombre homosexual que ha ganado el Pulitzer, y Las horas, es el primer libro con caracteres homosexuales en ganarlo. El Pulitzer en particular, se supone que debe recaer sobre un libro que de alguna manera reflexione sobre lo que llaman “la esencia de la experiencia americana”, y la idea de que una obra donde aparezcan personajes de sexualidad ambigua como la de Virginia Woolf “entre” dentro del concepto de lo que es la esencia de la experiencia americana, pienso que es algo positivo. Con estas palabras selló Cunningham nuestro encuentro, y tras un estrechar de manos intercambiamos un “que te vaya bien” tácito y taciturno.